Reseñado por: Ash
Edición original:
Judgment Day # 1 a 3 (Jun-1997 / Oct-1997)
Guión: Alan Moore.
Dibujo: Rob Liefield.
Tinta: Jonathan Sibal.
Color: Tanya Laib,
Donald Skinner y Andy Troy.
Artistas invitados: Gil Kane, Stephen Platt, Joe Weems, Keith Giffen,
Hill Gras, Adam Pollina, Dan Jurgens, Al Gordon, Chris Sprouse, Steve Skroce,
Larry Stucker, Jim Starlin, Alan Weiss, Ferry Dodson, Rachel Dodson, Jeff
Jonson, Dan parodian, Rick Veitch, Ian Churchill, Norm Rapmund, Marat Mychaels,
Cedric Nocon, Lary Stucker, Norm Rapmund.
Portadas: Dave Gibbons.
“Toda
nuestra realidad cambió y se oscureció. El ingenuo asombro de los cuarenta
había desaparecido, así como la exhuberancia de los cincuenta y la nobleza de
los sesenta. Realizando una atroz alquimia, Marcus Langston dejó que nuestro
mundo cayera desde una edad de oro a una edad de plata y finalmente a una
oscura. Fue entonces cuando los héroes motivados solo por el dinero o por una
sicopatología crearon un paisaje paranoico y apocalíptico lleno de mutantes
postnucleares y ciborgs con bazookas. Nuestro universo se vio arrastrado al
interior de una mala película de acción llena de un caos constante y carente de
sentido y la estrella era su guionista y director, Marcus Langston”.
- Toby “Skipper” Tayler [1]
Resumen_ Para tener un mayor entendimiento sobre
este comic, habría que automáticamente situarlo en el contexto de su creación,
lo cual automáticamente nos lleva a los noventa y la así llamada edad oscura,
la cual demostró no ser más que un vil desarrollo del mercateo más ruin y
despiadado que ha visto la industria del comic y que en estos momentos se está
volviendo a hacer patente por los mismos inescrupulosos artistas y editores que
han vuelto a la carga…es cosa de observar las series de DC de este último
tiempo, así que el siguiente análisis resulta más bien una postura crítica en
contra de la época más “extreme” del comic de superhéroe.
La gran pregunta que debería saltar a la vista
es cuál sería la mayor diferenciación entre El Día del Juicio y alguna otro
macro saga lanzada en ese mismo periodo [2]. En primer lugar está el hecho de la dupla
creativa: Alan Moore volviendo a la industria norteamericana después de casi
diez años y un Rob Liefield ya consolidado más por el imperio de usurpación
creativa que por sus habilidades en el dibujo, las cuales claramente saltan a
la vista con cualquiera de sus “creaciones”. El solo hecho de ver ambos nombres
en la portada da un interés como para ver como es el interior de estas hojas
engrapadas, donde cabe mencionar que el desarrollo tanto del guión como del
trazado y la estética de por medio toman una mayor significancia a medida que
avanza el comic y no simplemente una explotación del genero por que sí.
Por un lado se encuentra una crítica realmente
abierta y visceral sobre el tipo de comic que se desarrollaba en ese momento;
lo cual demuestra lo desesperado que se debió haber sentido Liefield y sus
secuaces en ese momento como para no haberse dado cuenta del plan de Moore
detrás de bambalinas, dando como resultado uno de las tramas más meta y
autorreferenciales sobre la funcionalidad de un mundo gobernado por seres con súper
poderes. Parodia y critica por un lado, elogio y admiración por el otro, ¿cómo
es eso posible?...
Básicamente con el simple ejercicio de
deconstrucción que se presenta desde el primer momento. El ejemplo más patente
es en la utilización de un título como Juicio final, que en las manos de
cualquier otro guionista hubiese sido desarrollado de la forma más estrambótica
posible como una guerra por la salvación del universo mismo, en cambio con
Moore este tratamiento toma la idea más simple pero la menos esperada en un
crossover de estas características. El juicio en si es un procedimiento
desarrollado como si de una serie de televisión de abogados se estuviese
hablando, con la salvedad de que los personajes llevan mallas ajustadas y rayos
láser en armaduras apoyadas en sus hipertrofiados cuerpos. El frente de
desarrollo de la acción es más propio de un historia detectivesca, con
constantes flashbacks y explicaciones por parte de los protagonistas sin mayor
acción más que el inicio, con el asesinato de superhéroe y la revelación de
quien se encuentra detrás de tal atentado.
Desde la confrontación de las fuerzas súper heroicas
sometidas a un tribunal de justicia, cuyo único patrón de evidencia no es más
que los testimonios de seres milenarios sobre el poder de un libro capaz de
rescribir toda la realidad a su antojo. Un verdadero paseo por todos los
clichés del género, siendo la conclusión de la realidad siendo saboteada por un
superhéroe con psicopatía de por medio, es ese sentido la trama por más
simplona que suene, desprende una gran cantidad de posibilidades para el
desarrollo de la historia, y como se puede interconectar un universo imaginario
sin ningún tipo de de crisis de por medio o guerra de proporciones bíblicas,
algo que el autor demostraría con su legión de caballeros extraordinarios un
par de años después.
La relación historia y contenido gráfico, por
un lado tiene las constantes patologías del dibujo del señor Liefield que van
desde la falta de fondo, posturas imposibles de sus personajes, cortes
cronológicos, anatomías imposibles, una excesiva demarcación de la entre
piernas de los protagonistas, peinados ridículos y un largo etc. [3], que
en verdad pasa mucho más desapercibido, debido que la labor de escenas con
verdadera acción son las viñetas de flashbacks que salen mucho más airosas al
contar con gente mucho más competentes, lúdicos y visualmente más ricos en
verdaderos detalles y no simplemente manierismos como el exceso de grafismo en
las vestimentas y en las facciones de la cara.
Quizás el mayor mérito de esta obra es el
poner sobre la mesa como desde finales de los ochenta hasta nuestros días se ha
mal interpretado la noción de superhéroe oscuro, gracias a las equivocadas
interpretaciones que muchos autores de esa época le dieron a comics como Watchmen o The Dark Knight Returns, pensando que la forma más apropiada de generar
historias “adultas” es por medio de la violencia y sexo explícito escondido
entre los trajes y acciones de venganza pasadas por la visión de justicia, un
poco sobre la mentalidad estadounidense desde finales de la 2° Guerra Mundial,
y materializada en la cultura de masas. Estos temas no pueden ser tomados tan a
la ligera como se piensa, en especial en estos momentos en que parece haber un
“revival” de los noventa y en los cuales se necesita escuchar la voz de los
lectores sobre este tema. La conformación de una buena historia no se debe
medir por la cantidad de sangre derramada y mutilación al por mayor, sino que
en un relato interesante por más ridículo que pueda parecer el mundo ficticio
del comic…y en eso si que estaremos todos de acuerdo.
[1] Judgment
Day: Final Judgment # 3, pág. 22
[2] Un
ejemplo son las olvidables “sagas” Blood Lines de DC y Heroes Reborn de MARVEL,
para ver el nivel de mediocridad imperante en ese tiempo.
[3] La
incapacidad de Liefield de poder llevar un comic mensual se demuestra una vez
más aquí, puesto que el primer número se publica en junio, el segundo en julio
y el tercero en…¡¡¡¡OCTUBRE!!!!
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