martes, 5 de junio de 2012

EL DÍA DEL JUICIO – AWESOME (EXTREME STUDIOS)



Reseñado por: Ash
Edición original: Judgment Day # 1 a 3 (Jun-1997 / Oct-1997)
Guión: Alan Moore.
Dibujo: Rob Liefield.
Tinta: Jonathan Sibal.
Color: Tanya Laib, Donald Skinner y Andy Troy.
Artistas invitados: Gil Kane, Stephen Platt, Joe Weems, Keith Giffen, Hill Gras, Adam Pollina, Dan Jurgens, Al Gordon, Chris Sprouse, Steve Skroce, Larry Stucker, Jim Starlin, Alan Weiss, Ferry Dodson, Rachel Dodson, Jeff Jonson, Dan parodian, Rick Veitch, Ian Churchill, Norm Rapmund, Marat Mychaels, Cedric Nocon, Lary Stucker, Norm Rapmund.
Portadas: Dave Gibbons.




 Toda nuestra realidad cambió y se oscureció. El ingenuo asombro de los cuarenta había desaparecido, así como la exhuberancia de los cincuenta y la nobleza de los sesenta. Realizando una atroz alquimia, Marcus Langston dejó que nuestro mundo cayera desde una edad de oro a una edad de plata y finalmente a una oscura. Fue entonces cuando los héroes motivados solo por el dinero o por una sicopatología crearon un paisaje paranoico y apocalíptico lleno de mutantes postnucleares y ciborgs con bazookas. Nuestro universo se vio arrastrado al interior de una mala película de acción llena de un caos constante y carente de sentido y la estrella era su guionista y director, Marcus Langston”.

                                                               - Toby “Skipper” Tayler [1]


Resumen_ Para tener un mayor entendimiento sobre este comic, habría que automáticamente situarlo en el contexto de su creación, lo cual automáticamente nos lleva a los noventa y la así llamada edad oscura, la cual demostró no ser más que un vil desarrollo del mercateo más ruin y despiadado que ha visto la industria del comic y que en estos momentos se está volviendo a hacer patente por los mismos inescrupulosos artistas y editores que han vuelto a la carga…es cosa de observar las series de DC de este último tiempo, así que el siguiente análisis resulta más bien una postura crítica en contra de la época más “extreme” del comic de superhéroe.




 La gran pregunta que debería saltar a la vista es cuál sería la mayor diferenciación entre El Día del Juicio y alguna otro macro saga lanzada en ese mismo periodo [2]. En primer lugar está el hecho de la dupla creativa: Alan Moore volviendo a la industria norteamericana después de casi diez años y un Rob Liefield ya consolidado más por el imperio de usurpación creativa que por sus habilidades en el dibujo, las cuales claramente saltan a la vista con cualquiera de sus “creaciones”. El solo hecho de ver ambos nombres en la portada da un interés como para ver como es el interior de estas hojas engrapadas, donde cabe mencionar que el desarrollo tanto del guión como del trazado y la estética de por medio toman una mayor significancia a medida que avanza el comic y no simplemente una explotación del genero por que sí.

 Por un lado se encuentra una crítica realmente abierta y visceral sobre el tipo de comic que se desarrollaba en ese momento; lo cual demuestra lo desesperado que se debió haber sentido Liefield y sus secuaces en ese momento como para no haberse dado cuenta del plan de Moore detrás de bambalinas, dando como resultado uno de las tramas más meta y autorreferenciales sobre la funcionalidad de un mundo gobernado por seres con súper poderes. Parodia y critica por un lado, elogio y admiración por el otro, ¿cómo es eso posible?...

 Básicamente con el simple ejercicio de deconstrucción que se presenta desde el primer momento. El ejemplo más patente es en la utilización de un título como Juicio final, que en las manos de cualquier otro guionista hubiese sido desarrollado de la forma más estrambótica posible como una guerra por la salvación del universo mismo, en cambio con Moore este tratamiento toma la idea más simple pero la menos esperada en un crossover de estas características. El juicio en si es un procedimiento desarrollado como si de una serie de televisión de abogados se estuviese hablando, con la salvedad de que los personajes llevan mallas ajustadas y rayos láser en armaduras apoyadas en sus hipertrofiados cuerpos. El frente de desarrollo de la acción es más propio de un historia detectivesca, con constantes flashbacks y explicaciones por parte de los protagonistas sin mayor acción más que el inicio, con el asesinato de superhéroe y la revelación de quien se encuentra detrás de tal atentado.




 Desde la confrontación de las fuerzas súper heroicas sometidas a un tribunal de justicia, cuyo único patrón de evidencia no es más que los testimonios de seres milenarios sobre el poder de un libro capaz de rescribir toda la realidad a su antojo. Un verdadero paseo por todos los clichés del género, siendo la conclusión de la realidad siendo saboteada por un superhéroe con psicopatía de por medio, es ese sentido la trama por más simplona que suene, desprende una gran cantidad de posibilidades para el desarrollo de la historia, y como se puede interconectar un universo imaginario sin ningún tipo de de crisis de por medio o guerra de proporciones bíblicas, algo que el autor demostraría con su legión de caballeros extraordinarios un par de años después.

 La relación historia y contenido gráfico, por un lado tiene las constantes patologías del dibujo del señor Liefield que van desde la falta de fondo, posturas imposibles de sus personajes, cortes cronológicos, anatomías imposibles, una excesiva demarcación de la entre piernas de los protagonistas, peinados ridículos y un largo etc. [3], que en verdad pasa mucho más desapercibido, debido que la labor de escenas con verdadera acción son las viñetas de flashbacks que salen mucho más airosas al contar con gente mucho más competentes, lúdicos y visualmente más ricos en verdaderos detalles y no simplemente manierismos como el exceso de grafismo en las vestimentas y en las facciones de la cara.




 Quizás el mayor mérito de esta obra es el poner sobre la mesa como desde finales de los ochenta hasta nuestros días se ha mal interpretado la noción de superhéroe oscuro, gracias a las equivocadas interpretaciones que muchos autores de esa época le dieron a comics como Watchmen o The Dark Knight Returns, pensando que la forma más apropiada de generar historias “adultas” es por medio de la violencia y sexo explícito escondido entre los trajes y acciones de venganza pasadas por la visión de justicia, un poco sobre la mentalidad estadounidense desde finales de la 2° Guerra Mundial, y materializada en la cultura de masas. Estos temas no pueden ser tomados tan a la ligera como se piensa, en especial en estos momentos en que parece haber un “revival” de los noventa y en los cuales se necesita escuchar la voz de los lectores sobre este tema. La conformación de una buena historia no se debe medir por la cantidad de sangre derramada y mutilación al por mayor, sino que en un relato interesante por más ridículo que pueda parecer el mundo ficticio del comic…y en eso si que estaremos todos de acuerdo.


[1] Judgment Day: Final Judgment # 3, pág. 22

[2] Un ejemplo son las olvidables “sagas” Blood Lines de DC y Heroes Reborn de MARVEL, para ver el nivel de mediocridad imperante en ese tiempo.

[3] La incapacidad de Liefield de poder llevar un comic mensual se demuestra una vez más aquí, puesto que el primer número se publica en junio, el segundo en julio y el tercero en…¡¡¡¡OCTUBRE!!!!

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