Artículo de: Humberto Sánchez
¿Qué es lo primero que se le viene a la mente
a la gente que no lee cómics cuando escucha el término? Súper-héroes. ¿A que
asocian estas personas a los súper-héroes? A cosas infantiles, carentes de
valor o interés. Este razonamiento va de la mano una serie de otros prejuicios
que en mayor o menor medida determinan la conceptualización que estas personas
tienen respecto al medio de los cómics.
Esta errónea manera de asumir la naturaleza de
los cómics está muy extendida en Norteamérica y Sudamérica por las personas
ajenas al medio. Europa y Japón, grandes potencias del ámbito tienen conceptos
diferentes. El gran problema es que los mismos fanáticos modernos de los cómics
no aportan mucho a derribar dichas barreras.
El gran problema de las nuevas generaciones de
“fanáticos” de los cómics es que en muchos casos -por contradictorio que
parezca- no leen cómics. Su fanatismo está asociado a series de tv, series
dibujos animados, los dibujos animados que veían de pequeños, el coleccionismo
de figuras y sobre todo las adaptaciones cinematográficas. Sus incursiones en
la lectura van asociadas a leer desde internet lo que orbite alrededor de lo
anteriormente mencionado. Les es imprescindible que se asocie, ya que de lo
contrario no les parece relevante, todo deber multimedia, todo debe ser un dato
para contar cuando se junten con sus amigos. Bajo esta premisa van saliendo una
serie de “expertos” en cómics, que prácticamente nunca han leído cómics, su
conocimiento esta cimentado en páginas wikia o Wikipedia. Y, sí, sus intereses
son prácticamente 100% súper-héroes porque asocian el cómic a eso de manera
casi exclusiva.
Luego están los fanáticos que van un poco más
allá y leen “novelas gráficas”, o algo que suene o parezca cool, ya que buscan
desesperadamente eludir cualquier etiqueta de nerd o infantil, porque asumen
que en la ignorancia de aquellos que no leen cómics, pueden meterlos al mismo
saco. Luego están los que solapadamente adoptan términos como “nerd” “ñoño”
“geek” suerte de parche antes de la herida ante cualquier calificativo
despectivo por –nuevamente- la gente que ignorantemente asume que los cómics
son cosas para niños.
El problema de esta mala conceptualización
surge del medio en que los personajes se han visto expuestos históricamente
ante el gran público en los últimos cincuenta años: las series de dibujos
animados y el merchandising. Desde mediados de los 60s se hizo habitual adaptar
personajes de cómics para los segmentos infantiles de ‘los sábados por la
mañana’, si bien no eran las primeras adaptaciones de personajes de cómics a la
pequeña pantalla, desde está época se instalaron para quedarse. El problema de
estas versiones animadas de los héroes del papel nace netamente de las
historias se presentan: argumentos simples, diálogos y personajes totalmente
estereotipados y por sobre todo infantilizados, que era el público que se
pretendía captar. La parte artística no ayudaba mucho, la calidad de animación
y diseños en muchos casos eran muy pobres respecto a su contraparte del medio
original.
Los súper-héroes al ser un producto 100%
estadounidense, han ido de la mano con los cambios sociales e idiosincráticos
que ha tenido el país. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial esta
sociedad aspira a un modelo de vida idealizado y moralista, de valores y
familias bien constituidas. Los cómics como medio había llegado en esa época
-comienzos de los 50s- a una popularidad tremenda entre el público, pero lo más
popular ya no eran los súper-héroes como a fines de los 30s y comienzos de los
40s, eran las historias de Terror sangrientas y explicitas. La censura no se
hizo esperar y para fines de los 50s todo lo que se publicaba era regulado por
una entidad: The Comics Code. Como consecuencia se pusieron de moda las
historias románticas. Sí bien el terror y el romance dominaron el mercado los
títulos superheroicos no dejaron de publicarse, con historias mucho más
fantasiosas, infantiles o ligadas a la ciencia ficción. Eso duró hasta la
irrupción de Marvel Comics a comienzos de los 60s con un universo de súper-héroes
cohesionado y con historias mucho más maduras que las del momento.
La constante de adaptar súper-héroes a la
pantalla de tv surge precisamente a mediados de los 60s y su concepción está
directamente influenciada por los hechos antes mencionados: los niños pequeños
como público objetivo del producto y el espíritu liviano y moralista de los
últimos años en las publicaciones de papel. De ahí en adelante al ir la TV
ganando terreno ante la lectura, la imagen que iba quedando en la mente de la
gente respecto a los súper-héroes era precisamente la presentada en dichas
series de TV, y así pasaban generaciones y los adolescentes ávidos de ser parte
del mundo de los adultos fueron asociando conceptos a medida que maduraban:
cómics > super-héroes > cosas de niños.
Esa conceptualización errónea es el pilar del mundo “nerd” o “geek”, que
lo asumen como un hecho, pero que lo tratan de revindicar y que se les respete
por ello y es la base además de la opinión de la gente ajena al medio de las
historietas.
Nada más lejos de la realidad. En el mismo
Estados Unidos, y por sobre todo en Latinoamérica y Europa, el mundillo del
cómic-no-de-super-héroes vivía en aquellos años una de sus épocas más
prolíficas, con autores que sentaron precedentes. Situación que pasaba ajena a
los ojos del gran público.
A fines de los 60s surgen los “cómix”
publicaciones con contenidos que abarcaban la conciencia social, el sexo y el
humor desde perspectivas satíricas y amorales, sin descuidar las intenciones
artísticas de las obras. Estas publicaciones estaban dirigidas, creadas y
protagonizadas, por gente común y corriente, lo cual animó a muchos a
introducirse al mundo de las historietas bajo esta tendencia.
Europa y Latinoamérica vieron el surgir de
muchos artistas de talento incomparable que abordaban en sus cómics temáticas
históricas, bélicas, eróticas, cinematográficos, de ciencia ficción dura,
western y básicamente cualquier género que nada tenían que ver con los
personajes de capa y poderes. Mientras que en Europa con el pasar de los años
el medio sentó bases sólidas, en Latinoamérica fue sacado de cuajo con las
instauraciones de dictaduras militares en varios países, las cuales cortaron y
censuraron muchas publicaciones por largos años. Este revés para el mundo del
cómic latinoamericano fue crucial ya que al cortar las libertades artísticas de
los autores locales, se dio paso a la publicación de material extranjero
políticamente correcto y más liviano ideológicamente respecto a los regímenes
imperantes. Muchos autores hicieron carrera en Europa otros siguieron
publicando ya dentro de un mercado que no tenía el esplendor de antaño.
La visión del público latino acerca del medio
de las historietas se vio truncada por estos sucesos y la consecuencia directa
es que hoy en día la gente no lee cómics, ni menos lo ponen al nivel de una
actividad como leer un libro o ir a ver una película al cine, que es donde
debería estar situado. Ni siquiera consideran la idea, por consiguiente
desconocen completamente un enorme mercado con grande autores, dibujantes,
guionistas, o autores completos que entregan trabajos de primerísima calidad,
que nada tiene que envidiarle a una película o serie de tv. No es de extrañar
que el lenguaje de estos cómics no-de-súper-héroes en muchos casos vaya más
allá del de una serie de tv o película hollywoodense y se sitúe mejor entre una
novela histórica, una ópera o una película de cine independiente. Con todo esto
no quiero decir que los cómics de súper-héroes sean un producto menor, si bien
es la vertiente más comercial del medio y un género por antonomasia del mismo,
la calidad artística y narrativa del cómic de súper-héroes está muy por sobre
sus adaptaciones animadas o cinematográficas.
La oferta actual a nivel internacional del
cómic como medio es para todos los gustos y en todos sus lugares de origines,
encontramos de todo tipo de géneros. Así USA no es solo personajes en mallas de
colores ni Japón es el manga del anime del momento. En todos los países existe
una nutrida oferta de los más variados géneros, con autores más que calificados
para brindar obras de calidad y con un contenido inédito en otros medios.
Nota: Las imágenes de este artículo corresponden al trabajo del artista francés Francois Bourgeon.
Muy bueno y claro. Lo mostraré a los prejuiciosos. Saludos y gracias
ResponderEliminarSe agradece el compartir ;)
EliminarSaludos.
Excelente artículo viejo!!!
ResponderEliminarQué bien que te haya gustado. Esperamos algún artículo más de Humberto a futuro.
EliminarSaludos ;)
Buen artículo. Con la tribuna que tienes podrías ayudar a difundir el tipo de cómic que va más allá de los superhéroes. Primera vez que visitó tu blog y después de leer tus palabras, me puse a revisar 6 páginas para atrás y todas las entradas son de cómic de superhéroes. Sin duda, es los más popular, es lo que más vende y lo que atrae gente a tu blog. Repito, buen artículo. Voy a copiar el link y voy a copiarlo en una fan page que tengo sobre cómic chileno. Un abrazo.
ResponderEliminarHola J.P., se agradece tu comentario y anotada tu sugerencia. Por cierto en el blog somos varios colaboradores tratando de abarcar diversos temas, aunque como tú dices, la cosa va más emparejada hacia el lado de los superhéroes.
EliminarEste es el primer artículo de Humberto, que por cierto ha tenido muy buena acogida, que nos sirve para tener algo más de diversidad. Las puertas siempre están abiertas para eventuales futuros colaboradores.
Saludos ;)