Reseñado por: JML
Edición original: Spider-man # 13 (Ago-1991)
Guión y arte: Todd McFarlane.
Color: Gregory Wright.
Portada: Todd McFarlane.
Guión: Superando el primer año de publicación de la serie a la que él
mismo había dado inicio como autor completo, Todd McFarlane daba
inicio a su cuarta historia titulada “Sub-city”.
Siguiendo con la tendencia de ofrecer
historias más oscuras y tenebrosas del habitual contexto de los
cómics arácnidos, McFarlane plantea una historia que se desarrolla
principalmente de noche, donde la mayoría de los personajes son extraños
habitantes de las alcantarillas y siguen a un nuevo líder que finalmente
resulta ser un viejo conocido.
Como suele suceder con McFarlane, sus conceptos no son del todo malos, pero su tipo de narración se presenta un tanto evidente respecto hacia dónde nos quiere llevar, primordialmente debido a su notoria falta de oficio literario, llegando al punto de querer parecer más sofisticado de lo que es como escritor, al límite de subestimar la inteligencia del lector. Siempre lo digo, y no me cansaré de decirlo; como escritor, McFarlane es un buen dibujante.
Nota: 4,0.
Arte: También manteniendo la habitualidad de las cosas, el arte de
McFarlane compensaba sus fallos literarios. Hay que recordar que Marvel
le dio esta serie a McFarlane para que se explayase a sus anchas en el afán de
no perderlo, cosa que estaba próxima a suceder de todos modos.
Tal cual la narrativa, el arte se presentaba
aún más oscuro de lo habitual dentro de los parámetros del propio McFarlane,
al punto de vestir nuevamente a Spider-man con el traje negro, mismo que
no vestía desde los sucesos de The Amazing Spider-man # 300 (1988). Este sería el primero de esporádicos “regresos
al negro” que veríamos suceder a través de los años. Tras las dificultades
de salud que McFarlane tuvo en números previos, y que le hizo contar
con ayuda, ahora volvía en plena forma para explayarse visualmente con
espectaculares poses y contorsiones de su protagonista. Una verdadera genialidad.
En la portada del cómic McFarlane se auto homenajea recreando la portada de Spider-man # 1 (1990), pero ahora con el traje negro. Como detalle anexo, valga mencionar que McFarlane inclusive ejerció como rotulador en este número.
Nota: 7,0.
Como suele suceder con McFarlane, sus conceptos no son del todo malos, pero su tipo de narración se presenta un tanto evidente respecto hacia dónde nos quiere llevar, primordialmente debido a su notoria falta de oficio literario, llegando al punto de querer parecer más sofisticado de lo que es como escritor, al límite de subestimar la inteligencia del lector. Siempre lo digo, y no me cansaré de decirlo; como escritor, McFarlane es un buen dibujante.
Nota: 4,0.
En la portada del cómic McFarlane se auto homenajea recreando la portada de Spider-man # 1 (1990), pero ahora con el traje negro. Como detalle anexo, valga mencionar que McFarlane inclusive ejerció como rotulador en este número.
Nota: 7,0.
Al día siguiente, Spider-man recorre la ciudad hasta el Daily Bugle para buscar trabajo como Peter Parker. Allí escucha a un reportero pedirle a J. Jonah Jameson que investigue una historia sobre personas sin hogar desaparecidas. Aunque Jameson no está interesado en la historia, Peter sí y pregunta por más información. Le cuentan cómo cinco personas sin hogar desaparecieron detrás del edificio de la Autoridad Portuaria, y se sospecha que desaparecieron.
Interesado por el asunto, Spider-man vigilan los callejones detrás de la Autoridad Portuaria. Su sentido arácnido se activa, lo que le permite evitar por poco ser acribillado por la basura que lanza Keever. Spider-man esquiva fácilmente los escombros e intenta emboscar a su enemigo. Keever, sin embargo, lo supera rápidamente y escapa a las alcantarillas. Siguiendo a Keever, al arácnido le resulta difícil rastrearlo en la oscuridad. Con ventaja, Keever ordena a sus compañeros subhumanos que ataquen al intruso. Incapaz de luchar contra los enemigos en la oscuridad, Spider-man decide que su mejor opción es escapar.
Esa noche, Keever lleva la última víctima a su amo. En lo profundo de las alcantarillas, Keever pronto se reúne con sus compañeros subhumanos y su amo, quien resulta ser Morbius, el vampiro viviente. Morbius está contento con la última captura de Keever. El nuevo suministro de víctimas para saciar su sed de sangre es la forma en que Morbius es recompensado por protegerlos. Sin embargo, no todos los subhumanos están contentos con la presencia de Morbius. Uno de los ancianos está perturbado por la rapidez con la que su gente se ha puesto del lado de Morbius y teme por la cordura de los suyos. Al mismo tiempo, Spider-man recorre la ciudad, preguntándose cómo otros héroes logran evitar que su lucha contra el crimen interfiera con el resto de sus vidas. Pronto, el arácnido llega a la tapa de la alcantarilla donde perdió a Keever unos días antes. Abajo, en las alcantarillas, todavía está demasiado oscuro para ver, incluso después de media hora en los túneles, los ojos de Spider-man aún no se han adaptado. De repente, su sentido arácnido comienza a activarse. Pronto, el trepamuros se ve rodeado por los subhumanos que pretenden llevarlo ante su amo.
Mientras Spider-man es atacado, Morbius es informado de que han sido infiltrados. Morbius considera que Doctor Strange no aprobaría lo que sucederá a continuación, sin embargo, todos los intrusos deben pagar el precio máximo…
CONCLUIRÁ…
Nota: 4,0.
Para el próximo número, la conclusión de esta historia. Sobre la mención a Doctor Strange que Morbius hace al final del cómic, valga mencionar que no se presenta fortuita, pues por aquellos años Morbius era un aliado regular de Strange en la serie Doctor Strange: Sorcerer Supreme.
Será hasta una próxima ocasión. Qué tengas un excelente día. 😉
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